Las últimas luces de la torre de bronce se extinguieron, suspire aburrida, día tras día siempre igual, sin nadie con quien mantener una conversación, y todo por aquella estupida conversación en la que dijeron que me casaría con un vil soldado. Me quite el vestido y me cambie el camisón, con una ultima mirada por la ventana al cielo estrellado me acosté.
Me despertó un suave bamboleo, abrí los ojos lentamente y me encontré subida a lomos de un perro negro como una obsidiana. Paro ante una casa, y de un salto en el que casi me tira nos colamos por una ventana. Me encontré en una habitación bien iluminado, en ella echado en la cama se encontraba expectante, un apuesto joven. Totalmente despierta me baje del perro y me dirigí a su cama, llevaba años sin estar con un hombre y no pensaba desaprovechar la oportunidad, me acerque a su cama quitándome el camisón, le bese suavemente el cuello a la vez que le desabrochaba su camisa de lino verde y seguí besando su torso, ahora desnudo, el me acariciaba suavemente mi cuerpo desnudo, recorriendo sus formas, me estremecí con un escalofrió, le desabroche el botón de los pantalones y con un gemido de placer me embarque en las delicias que se me brindaban.
Me subí en el perro negro, el joven aun yacía exhausto en la cama deshecha
T@ny$
viernes, 30 de noviembre de 2007
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1 comentario:
¿De verdad crees que ese es el punto de vista de la princesa? ¿No es más bien una fantasía masculina?
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