sábado, 27 de septiembre de 2008

Luz del alma

Su sangre se escurre entre mis dedos y cae a la calzada llevándose los últimos vestigios de lo que un día fue mi amor, quienes me ven me tildan de insensible, mi cara no muestra ningún sentimiento en absoluto, no es por hacerme el duro, simplemente no puedo expresar todo lo que siento. Me levanto lentamente con ella en brazos, sus enormes ojos verdes están abiertos de par en par, mirándome fijamente, produciéndome más dolor del que jamás imagine, la deposito suavemente en la una camilla cercana. Luego sin mirar a nadie me giro y me voy.
Me confundo con las sombras, oigo sus pasos, tanteo el puñal a fin de tranquilizarme, no me siento persona, mejor, si no, no podría hacer esto. Los pasos están cada vez más cerca. Sonrío, una sonrisa sin ninguna alegría, es una sonrisa de quien perdió todo y se adentro en la locura, el se para y enciende un pitillo, un paso más y todo terminará, el mechero no enciende, la victima sigue parada, lo bueno se hace esperar. Por fin enciende inspira profundamente y da un paso, el ultimo.
Salgo de las sombras, el puñal se hunde en su estomago, una herida mortal que producirá una muerte lenta y agónica. “no mereces mas hermano” le digo a la par que quito el puñal de su abdomen. Le cojo su mechero, saco un bidón y nos roció a los dos con gasolina, me agacho y le susurro “ya que juntos vinimos al mundo, juntos nos iremos” una chispa, la luz se izo.

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