Al fin las bisagras ceden, me adentro en la oscura estancia, la busco, tiene que estar allí, no la veo, solo hay un montón de gente en los huesos por la mala o inexistente alimentación, me desespero, no esta allí, ya me doy por vencido cuando una voz susurrante me nombra, mi atención se vuelca en una mujer de aspecto maltrecho, le faltan muchos dientes y las arrugas le surcan la cara, un terrible presentimiento me atenaza, me agacho y le agarro la barbilla forzándola a alzar la mirada, sus ojos son verdes , aunque ya no rezuman luz como en otros tiempos, siguen siendo inconfundibles a mi amor, la abrazo fuertemente y de inmediato empieza a llorar, solo imaginar los suplicios que tuvo que vivir en la prisión se me encoje el alma, la alzo en volandas, esta esquelética.
A mi señal mis hombres se despliegan cubriéndonos, corro por los pasillos, parte de mi llora por todas las vidas que dejo atrás, pero mi corazón y mi mente están con ella, es el mundo, se lo debo, pues por amarla a vivido estas penurias, acerco mi boca a su oído y le susurro lo mucho que ansió compensarla por todo lo que ha sufrido, ella con una amago de sonrisa me traspasa con esos ojos verdes que tantas veces iluminaron mi vida.
Mis hombre abren una puerta y la luz inunda el pasillo, sigo corriendo, escucho las aspas del helicóptero girar, seguramente los hombres de Barragán ya se enteraron de nuestra pequeña incursión, e intentaran detenernos, a fin de cuentas ese fue el objetivo de secuestrar a mi pequeño ángel, corro hacia el helicóptero, solo unos pasos más y todo irá bien.
Sin previo aviso algo estalla entre el helicóptero y nosotros, pierdo el equilibrio y caemos, alcanzo a ver Barragán sosteniendo un lanzacohetes con una sonrisa demente, grita algo sobre mi estupidez ,apenas si lo escucho, mi amada se ha levantado, al pasar junto a mi me susurra las palabras más dolorosas de mi vida “si quieres pagarme por esto, vive, vive tanto como puedas, luego reúnete conmigo en el cielo, y cuéntame tus aventuras como antes” la intento detener pero ella sale corriendo hacia Barragán, quien intenta cargar un nuevo misil al arma ella se lanza sobre el, los dos rueda hacia el borde, las lagrimas nublan mis ojos aúllo de dolor al saber que pretende mi ángel. Con una última vuelta ambos caen de la enorme torre, me levanto torpemente mi corazón enloquece de dolor y rabia, me acerco al borde, no los veo, las espesa niebla lo cubre todo.
Intento saltar tras ella pues nada tiene sentido, algo me golpea luego, oscuridad.
domingo, 8 de marzo de 2009
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